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Reconociendo al cojo que está en la puerta

“Pedro y juan sabían  juntos al templo a la hora novena, la de oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama le hermosa, para que pidiese limosna de los que estaban en el templo”

El hombre cojo que era traído a la puerta de la hermosa estaba incapacitado, y por estar en esa condición, necesitaba un cuidado especial mientras otros hombres caminaban dentro y fuera del área del templo, el era transportado al templo.

No había nada malo en muchas partes de su cuerpo podía ver, escuchar, tocar, y hablar. Podía mover sus brazos y su torso. En realidad, solo había una parte disfuncional en este hombre sus tobillos no tenían fuerza.

Si hay algo malo en una sola área de la vida, y esa área es lo suficientemente débil, la vida entera de un hombre puede ser afectada. La ausencia de un “movimiento” en la vida de un hombre en las funciones, la actividad, puede causar un impacto tan poderoso, que hará sentir a ese hombre como si todo estuviera malo. Este fue el caso del hombre. Una sola cosa estaba dañada en el, pero la única cosa creó un problema para toda la vida.

Cuando un hombre es minusválido, necesita ser transportado. El no puede resolver su propia vida, levantar su propio peso, o movilizarse con su propia fuerza. Esto no tiene nada que ver con que el hombre tenga o no un buen corazón o buenas motivaciones. Esto tiene que ver con que tiene un gran problema.

El problema del hombre cojo lo había hecho dependiente de otras personas. Su problema interferiría de alguna manera con la vida de los demás tenía que ser transportado por otros hombres a un lugar donde pudiera mendigar, y después ser llevado de vuelta su casa al final del día. El no podría ir donde quisiera por iniciativa propia.

Sin duda, este  hombre se sentía desanimado y con muy baja autoestima. Cuando un hombre necesita ser transportado, imposibilitando de hacerlo por sus propios medios, se siente degradado. Cuando un hombre tiene que medir limosna para vivir y no se le permite participar plenamente en las actividades de otros hombres, se siente lisiado.

Por cierto, en la actualidad todos los hombres están en esa posición. Todos tenemos debilidades en nuestra vida que nos impiden funcionar como una persona plena. ¿Pero qué hace la  mayoría de nosotros? Negamos nuestra cojera. Y  pasamos por lo alto a otros que están lisiados porque no tenemos ni el valor ni la compasión que se requiere para detenerse y ayudarlos.

Es tiempo que dejemos de estar engañados. Todos tenemos necesidad de poder sanador de Dios. Otros tienen necesidades, y esperar que nosotros les ayudamos a que puedan experimentar a Dios obrando en sus vidas. Sí, todos somos cojos echados en la puerta del templo. Somos cojos en un momento en nuestra vida, y en algún área de nuestro ser.

La buena noticia que es que Dios envía personas a la puerta donde estamos sentados, para que nos ayuden a recibir lo que Dios tiene para nosotros. Permanece a la expectativa de esa persona en tu vida. Espera a esa persona que viene. También que Dios está enviando para traer liberación a algún hombre cojo.

Debes estar alerta, y quizás encuentres una persona sentada a la puerta por donde tienes que pasar hoy.