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 ¡No permitas que el diablo te destruya!

 

“el hombre nacido de mujer, corto de días, y hastiado de sinsabores, sale como una flor y es cortado, y huye como la sombre y no permanece” no es mucho lo que vas a vivir en esta tierra. Aunque vivas cien años, o más, al mirar hacia atrás veras tu vida y en algunas pensaras “son solo unos pocos días los que he vivido” en algunas comunidades y entre algunos grupos de personas en nuestra nación, los días de vida de un hombre son realmente escasos. Lo que vemos a nuestro alrededor es el hombre matando al hombre.

el hombre disparándole a su vecino en la calle… el cuerpo de un hombre que yace sin vida en una casa donde se venden drogas… hombres arrinconados en las esquinas, desamparados y sin hogar, pero demasiado borrachos para resolver su problema…

Hombres sufriendo en la cama de un hospital contagiado de sida, hasta que exhalen su último aliento. Todo lo que vemos alrededor es al hombre matando su simiente, su zera. Hombres engendrando niños sin tener el deseo ni el tiempo para ser verdaderos padres…

Hombres preñando mujeres, luego rehúsan casarse o cuidar de  su zera por su falta de compromiso y provisión animan a sus mujeres para que aborten… hombres abandonando sus hijos y adolecentes, dejando a sus hijos con serios conflictos de identidad en un mundo perverso.    Si hubo alguna vez un campo misionero con la necesidad de un misionero, es el campo misionero con la necesidad de un misionero, es el campo misionero compuesto por los hombres de esta nación. Es más fácil conseguir diez mujeres que vengan a la iglesia y que amen y sirvan al señor, que conseguir un solo hombre.  ¿Qué estamos haciendo con semilla de Dios?  ¿Cómo es que estamos destruyendo nuestras vidas? Las plagas y las guerras ya no son el instrumento para destruir y matar a nuestros hombres. ¡Nosotros nos estamos destruyendo a nosotros mismos¡

¿Quién abuso de nuestros muchachos y muchachas?

¿Quien volvió a nuestras mujeres?

¿Quién golpeo  a nuestros recién nacidos?

¿Quién abandono a nuestros bebes?

Si el diablo no puede destruir tu simiente, si hará todo lo que este de su parte por dañarla

Tratara de alguna manera de dañarla tratara de dejarla invalida de alguna manera, la debilitara en sus tobillos para limitar la eficiencia y fortaleza de la semilla.

Todos hemos herido a alguien…

Hemos quebrantado pactos…

Hemos malgastado dinero…

Hemos perdido algunas oportunidades y hemos pecado contra Dios. Pero gracias a Dios, Él es misericordioso. La buena noticia la mejor de todas es que Dios perdona.

El perdona al que abusa…

El perdona al adicto…

El perdona al mentiroso y al ladrón…

El perdona al pecador

El perdona no termina allí. Él sana la situación que el pecado ha producido. El restaura al hombre por completo, y cambia sus circunstancias en bendiciones.

El diablo puede estar empeñado en derrotarte, pero Dios está empeñado en derrotar al diablo. Permanece en el lado de Dios y recibe su perdón. Camina en sus mandamientos. Alaba a su santo nombre. Al estar en el lado de Dios, permaneces en el bando ganador.

 
Decide cada día tu vida, ESCOGER la vida de Dios, no la muerte que viene del diablo.

 
¿Estás inmóvil en la puerta?

“y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien podían cada día a la puerta del templo que se llama la hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo”

Este hombre cojo era puesto cada día en la puerta del templo, un lugar que por su belleza era llamada ¡la Hermosa! Sin un hombre tiene un horrible y feo problema, es de muy poca importancia estar en medio de un lugar bello. Una persona con un problema feo, tiene muy poca posibilidad de disfrutar o apreciar lo bello a su alrededor. Peor no solo eso, hay que notar que este hombre vivía que este hombre vivía en la tierra prometida.

Sin embargo, tenía muy poca capacidad  para recibir la plenitud de las promesas que otros estaban recibiendo. Por el hecho de ser cojo, no le era permitido entrar al templo. De acuerdo a la ley, su condición lo hacía inútil para participar en los rituales junto a los hombres sanos y sin incapacidad. Hay muchos hombres que están por llegar al lugar correcto donde estar, pero no han llegado allí precisamente.

Ellos están suficientemente cerca de la iglesia para saber lo que está ocurriendo para saber quién es quién, y que está siendo  predicado, pero no participan en el cuerpo de Cristo, para poder experimentar y gozar la plenitud del poder y la provisión de Dios en sus vidas. 

Esta inmóvil en la puerta

Algunos de ellos incluso saben cuando arrodillarse y cuando levantar las manos. Conocen los himnos y saben con exactitud cuando comienza y cuando termina el servicio. Han escuchado tantos llamados al altar que difícilmente pueden recordar cuantos han sido. Conocen el protocolo. Participan de todo el ritual de la iglesia al paso y manteniendo distancia… pero nunca penetran hasta el lugar donde pueden recibir la bendición de Dios.

¿Qué los mantiene inmóvil en la puerta? Su actitud.

Ellos toman la misma actitud. Ellos toman La misma actitud que tienen ante el mundo, una actitud que dice  “estoy en estas condiciones porque nadie quiere ayudarme. Estoy en este camino, porque nadie quiere ayudarme a llegar al lugar de la Bendición”.

Ellos traen sus mentes sin renovar a la iglesia. Esperan que la iglesia los cambie y haga y haga por ellos lo mismo que esperan que la iglesia los cambie y haga por ellos lo mismo que esperan que la iglesia los cambie y haga por ellos lo mismo que esperan de sus jefes, o el gobierno o de los trabajadores sociales de su vecindario: que otros cambien el mundo donde ellos viven, y les provean de todo.

Ahora bien, no es necesario ser pobre o financieramente desprovisto para tener este espíritu. Puedes ser el propietario de un negocio muy prospero, y permanecer con una entidad de queja, culpando a tus empleados o a tu competidores  de mantener la margen del éxito que tú crees que deberías tener puedes ser el pastor de la iglesia y tener una actitud similar, culpando a los miembros de tu iglesia por no apreciarte en la manera en que tú piensas que deberían hacerlo.

La peor actitud en el mundo, es una actitud de queja con respecto a Dios que tú esperas que alguien te provea aquello que solamente Dios puede proveerte, y entonces culpas a otra persona o grupo de gente por fallarte y causar tu fallo. Solo Dios puede proveerte, entonces culpas a otra persona o grupo de gente por fallarte y causar tu fallo.





 




 
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